POR ALBERTO GÓMEZ MEJÍA
En 1548 el emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, cuando compartía el reinado con su madre, Juana I de Castilla, decidió por cédula real “autorizar el uso” para el escudo de armas de Santa Fe de Bogotá de un águila que era el símbolo del Sacro Imperio Romano Germánico. Indicó que “…en el medio del [del escudo] haya un águila negra rampante entera que en cada mano tenga una granada coronada en campo de oro y por orla unos ramos con granadas de oro en campo azul…”. El escudo se usó como blasón desde entonces en versiones muy diferentes hasta que en 1932 el artista Leonardo Uribe Prada hizo la versión oficial que conocemos.

Por el nombre usado en la real célula parecería que corresponde al águila negra africana Aquila verreauxii. Consultado el conocido ornitólogo José Vicente Rodríguez, consideró que “a juzgar por el perfil y dimensiones del culmen (que es el vértice superior de la mandíbula superior o maxilar de un ave, más precisamente el forro córneo que la recubre), se puede observar que es altísimo y casi cuadrado, dejando poco espacio a la mandíbula inferior. Eso es característico de aves rapaces europeas del género Haliaeetus”. O sea que por los caracteres morfológicos del dibujo podría ser Haliaeetus pero por la cédula real podría ser Aquila… Y ninguna de las dos ocurre en estos lares.
El Acuerdo 31 de 1932 del Concejo de Bogotá reglamentó el uso del escudo, asumiendo que ya había sido adoptado. Esto vino a suceder con el Acuerdo 1 de 1988 que lo reconoció como escudo de la ciudad de Bogotá, Distrito Especial, “el establecido por la Cédula Real de diciembre 3 de 1548, conformado por el Águila Real rapante, rodeada por nueve granadas de color rojo y una corona en la parte superior”. El Acuerdo 88 de 2003 repitió la retahíla y simplemente precisó que se trataba del Distrito capital.
La mención de la granada (Punica granatum) se explica porque lo que hoy es Colombia hacía parte del Virreinato de la Nueva Granada. Se trata de una planta originaria de Oriente medio y Asia occidental, desde Irán hasta el Himalaya, muy cultivada en la cuenca del Mediterráneo.
Si en Colombia tenemos más de una decena de águilas nativas de gran tamaño, cerca de 50 especies de la familia Accipitridae y casi 30.000 especies de flora, ¿por qué exaltamos lo exótico y no lo nuestro precisamente en el escudo de armas de la capital del segundo país en diversidad biológica del planeta?
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